La publicación científica como placebo

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Roberto Polanco-Carrasco
Editor Científico ([email protected])
Cuadernos de Neuropsicología Panamerican Journal of Neuropsychology

No sería extraño que entre los criterios considerados por los autores a la hora de escoger una revista para publicar, encontremos algunos que calificarían como placebo. El efecto placebo, suele ser sinónimo de algo inútil dentro de los tratamientos en salud. También es usado por la ciencia médica como instrumento metodológico para descartar, e incluso desacreditar, diversos tratamientos por ineficaces y/o perjudiciales. Si bien es cierto que en el placebo, no hay un principio activo que justifique su uso, es posible observar efectos concretos y medibles en las personas tratadas con ellos.

Podemos identificar una gran variedad de formas de placebo, asociados a diferentes tradiciones, rituales o supersticiones (1). Todas coinciden en activar mecanismos neurobiológicos precisos donde intervienen neurotransmisores concretos y áreas relevantes del cerebro, como la corteza prefrontal, ínsula anterior, corteza cingulada y la amígdala (2). Por otro lado, se avanza en la identificación de biomarcadores genéticos para señalar aquellas personas más propensas a responder a los placebos (3). Por ejemplo, estudios clínicos entregan evidencia sobre los mecanismos y vías que utiliza el placebo en el caso de la analgesia, y que no difieren de aquellos utilizados por las sustancias activas de la mayoría de los fármacos contra el dolor (4). Un estudio reciente en pacientes de urgencia con dolor agudo, reveló que la acupuntura mostró mayor efectividad, rapidez y tolerancia que la morfina intravenosa (5).

Aunque la investigación ha puesto de manifiesto las vías neurobiológicas de las respuestas placebo, los datos sugieren que los beneficios terapéuticos asociados a estos, no alteran la fisiopatología de las enfermedades más allá de la manifestación de sus síntomas. Estos beneficios en la sintomatología se acompañan de un evidente compromiso emocional y cognitivo tanto del terapeuta como del paciente y, por qué no decirlo, de un grupo importante de la sociedad que acepta de buena gana los efectos positivos de diversas sustancias y tratamientos. Esta eficacia simbólica (6), ligada al compromiso de los participantes y una mayor sensación de control (1), coincide con lo que el Marqués de Puységur describiera en 1784 como los elementos claves para la eficacia del magnetismo animal, técnica desarrollada por Franz Mesmer y precursora de la hipnosis moderna que fue muy utilizada en la segunda mitad del siglo XVIII (7).

La elección que cada autor realiza respecto de donde publicar, obedece también a características de tradición y cultura académica. Así encontramos que las métricas de citación como el factor de impacto son usadas como parámetros para elegir, asumiendo que un mayor factor de impacto significa, indudablemente, una mayor calidad de la revista. Esta idea errada pero comúnmente aceptada y en ocasiones apoyada por editores, podría entenderse como un tipo de placebo al momento de tomar la decisión de donde publicar (8, 9).

Del mismo modo en que observamos cómo la vía de administración, color, forma y precio del placebo son relevantes al momento de obtener una mayor respuesta terapéutica en los pacientes (10, 11), estudios recientes muestran como la credibilidad de un artículo de neurociencia cognitiva será mayor si este texto va acompañado de imágenes del cerebro (12). El uso de gráficos y tablas en un artículo de psicología también es asociado al abordaje de los temas más duros dentro de esta disciplina (13).

Todo artículo científico se lee de una manera subjetiva, donde no sólo se evalúa el tema sino también el prestigio de la revista donde es publicado. Esta lectura queda en evidencia cuando se utiliza como argumento además del contenido, la revista de procedencia y su prestigio. Si bien es común el error de considerar al factor de impacto y otras métricas, construidas para medir productividad de una revista, como indicadores de calidad e importancia científica de un artículo y/o autor determinado, también es reconocida la necesidad de perfeccionar estas medidas y educar en sus verdaderos alcances (14, 15, 16).

Independiente de esta necesaria mejora, mientras el uso de estos indicadores bibliométricos a nivel institucional y gubernamental sea una práctica común y extendida, su efecto placebo en algunas conductas de muchos investigadores será inevitable.

Esta tendencia puede tener relación con que las revistas donde publicar se consideran como la meta o punto de llegada en vez de un lugar de tránsito, es decir, el soporte desde el cual sus ideas y descubrimientos se difunden buscando llegar a la mayor cantidad de investigadores y profesionales posibles. Los editores sin duda contribuyen a esta mirada al centrar su preocupación en más y mejores índices por sobre un aumento en el número de lectores apropiados para su publicación. Afortunadamente, con el uso cada vez más sostenido y profesional de las redes sociales (17) y el surgimiento de los MegaJournals (18), estamos en presencia de un cambio en la preocupación del investigador, es decir, desde cómo será recibido el artículo por parte de una revista meta, a un mayor interés y conocimiento por la manera en que dicho artículo es recibido y utilizado por sus pares ya sean investigadores, profesionales, docentes, estudiantes, editores, gobierno y público en general (19, 20, 21).

Si consideramos que publicar en una revista con un alto factor de impacto no garantiza una mayor visibilidad o citación (22), el reto consistirá en que ningún artículo publicado en revistas arbitradas, pueda ser visto como insignificante, puesto que todos ellos, al menos, entregarán la información necesaria para mejorar la precisión en los resultados de los cada vez más comunes meta-análisis en estudios del comportamiento. Con la aparición de métricas alternativas y recursos digitales (23,24, 25) se pondrá cada vez más el foco en el artículo y los datos, en lugar de las revistas como un todo.

Más allá del productivismo académico, alfabetizar en ciencia, comprender que el prestigio o influencia de una investigación no puede ser reducida a un solo índice y sobre todo no dejarse seducir por un efecto placebo de la publicación, parecen ser parte de los próximos desafíos tanto de autores, lectores y principalmente editores.

Referencias

  1. Deömeör, Z., Ruíz-Barquín, R., Szabo, A. Superstitious behavior in sport: A literature review. Scandinavian Journal of Psychology 2016; 57, 368–382.
  2. Finniss DG, Kaptchuk TJ, Miller F, Benedetti F. Biological, clinical, and ethical advances of placebo effects. Lancet 2010; 375: 686 – 695.
  3. Hall KT, Loscalzo J, Kaptchuk TJ. Genetics and the placebo effect: the placebome. Trends Mol Med 2015; 21: 285 – 294
  4. Petrovic, P., Kalso, E., Petersson, K.M., Ingvar, M. Placebo and Opioid Analgesia- Imaging a Shared Neuronal Network. Science 2002; Vol 295, Issue 5560, pp. 1737-1740
  5. Grissa, Mohamed Habib et al. Acupuncture vs intravenous morphine in the management of acute pain in the ED. The Journal of Emergency Medicine (in press) Agosto de 2016.
  6. Peña, Francisco de la; Más allá de la eficacia simbólica del chamanismo al psicoanálisis. Cuicuilco 2000; enero-abril.
  7. Polanco-Carrasco, R. Una Historia Artificial del Estudio de la mente: en busca de su “objeto”. Cuadernos de Neuropsicología Panamerican Journal of Neuropsychology 2009; 3(1), 24-64.
  8. Deciphering impact factors. Nature Neuroscience. 2003; 6 (8):783.
  9. Bloch S., Walter G. The impact factor: time for change. Aust. N. Z. J. Psychiatry 2002; 35:563–568.
  10. Donnelly, G. The Placebo Effects and Holistic Interventions. Holist Nurse Practice. 2004. 18, 238-241.
  11. Espay AJ, et al. Placebo effect of medication cost in Parkinson disease: a randomized double-blind study. Neurology 2015; Feb 24;84(8):794-802.
  12. P. McCabe, Alan D. Castel, Seeing is believing: The effect of brain images on judgments of scientific reasoning. Cognition. 2008; 107 (1) 2008, 343–352.
  13. Smith LD, et al. Constructing knowledge. The role of graphs and tables in hard and soft psychology. Am Psychol. 2002 Oct; 57 (10): 749-61.
  14. Ewen Callaway Beat it, impact factor! Publishing elite turns against controversial metric. Nature 535, 210–211 (14 July 2016)
  15. Fanelli D. How many scientists fabricate and falsify research? A systematic review and meta-analysis of survey data. PLoS One 2009; 4:e5738.
  16. Smith R. Beware the tyranny of impact factors. J. Bone Joint Surg. Br. 2008; 90:125-126.
  17. Thelwall M, Haustein S, Larivière V, Sugimoto CR. Do Altmetrics Work? Twitter and Ten Other Social Web Services. PLoS ONE 2013; 8(5): e64841.
  18. Peter Binfield. Open access megajournals – have they changed everything? Creative Commons, 23 Oct. 2013.
  19. Polanco-Carrasco, R. La ciencia en un cuerpo pintado. Cuadernos de Neuropsicología Panamerican Journal of Neuropsychology 2012; 6(1) p.7-9
  20. Benito, E. El científico en busca de sentido. Cuadernos de Neuropsicología Panamerican Journal of Neuropsychology 2012; 6(1). 16-22.
  21. Polanco-Carrasco, R. Alter to disrupt. Cuadernos de Neuropsicología Panamerican Journal of Neuropsychology 2015; 9(3).16-17.
  22. Seglen, P. O. The skewness of science. J. Am. Soc. Inf. Sci. 1992; 43: 628–638.
  23. Barros, M. Altmetrics: métricas alternativas de impacto científico com base em redes sociais. Perspectivas em Ciência da Informação 2015; v.20, n.2, p.19-37, abr./jun.
  24. Moore, S., et al. Excellence R Us: University Research and the Fetishisation of Excellence. Figshare 2016.
  25. Khomami, N. All scientific papers to be free by 2020 under EU proposals. The Guardian 2016.